lunes, 26 de mayo de 2014

La luz de las vidrieras


Uno de los edificios históricos más conocidos y notorios de la ciudad de León es, sin ninguna duda, su catedral. La también conocida como Pulchra Leonina, de estilo gótico, comenzó a construirse en el siglo XVIII. Sus pórticos, sus capillas y su coro hacen de la catedral un edificio único, pero lo más importante de sus características son sus luminosas vidrieras de cristal policromado, unas de las más importantes a nivel mundial, en lo que al arte de la vidriera se refiere.
A medida que el edificio se iba construyendo, se dejaban una serie de espacios reservados para la colocación de las vidrieras, las cuales se fueron emplazando desde el siglo XIII hasta el siglo XX por los tres niveles de la catedral. Las 737 vidrieras están inspiradas en las técnicas francesas, como las utilizadas en las catedrales de Reims y Amiens, y ocupan la sorprendente extensión de 1800 metros cuadrados. Los temas reflejados en los ventanales son muy variados; en la planta baja están localizados los temas vegetales, en la planta media podemos encontrar escudos de provincias y de familias nobles, mientras que en la planta más alta podemos ver escenas religiosas. Además, también se pueden encontrar temas circenses y de cacerías. Otro detalle importante es la distinta temática dependiendo en función de si es el lado norte o el lado sur. Las vidrieras del lado norte, que reciben menos luz, están formadas por colores más fríos y su temática se relaciona con el Antiguo Testamento. Las del lado sur, que reciben más luz solar, incluyen colores más cálidos y representan el Nuevo Testamento. Podemos decir que las vidrieras son el producto de un arte que buscaba la espiritualidad y la luminosidad. La incidencia de la luz varía según el momento del día, creando una atmósfera mágica en el edificio.
En el siglo XIII, comenzaron a llegar a la capital leonesa los primeros maestros vidrieros interesados en contribuir con sus creaciones. El siglo XIV estuvo marcado por una gran actividad, ya que se fabricaron y colocaron las rosetas de los ventanales bajos, con temas de los siete pecados capitales. Un siglo más tarde, llegaron más artistas de Flandes y Centroeuropa, mientras que en el siglo XVI continuaban llegando vidrieras. La diferencia que marcó esta etapa fue la fabricación de vidrios mucho más finos, se comenzó a introducir el amarillo de metal y se amplió la gama de colores, cambiando la manera de escenificar. En el siglo XVII, el terremoto de Lisboa provocó daños en gran parte de la estructura de la catedral y en varias vidrieras. Se comenzó a trabajar en los rosetones y se rehabilitaron las vidrieras dañadas por la catástrofe.

En definitiva, cualquier turista que se pase por León debería entrar a la catedral para contemplar sus espectaculares vidrieras, ya que es una experiencia única.

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